Francisco Ceballos
(Frankallos)
Serie MARTIRIO
El arte es la recreación de una representación de la verdad, un ensueño que parece real sin serlo, que nos parece cercano y propio porque se nutre de lo imaginado, de lo que no hemos vivido y por ello deseamos "(esa disposición misteriosa de implacable lógica para un objetivo vano"). Es la búsqueda de lo innombrable, que lo desconocido, de lo que ocultamos; es descubrir los horrores que llevamos dentro.
En esa búsqueda, que es vivir, se investigan realidades. Se hallan los aspectos ocultos en un puro acto de autodestrucción. Nos desprendemos de parte de nuestra humanidad, se nos revela la verdad desconocida, nuestros demonios.
El que ha visto, da testimonio de su hallazgo. Para llegar al entendimiento, la búsqueda en el mar de la confusión es obligada y permanecer impasible ante la realidad es el arma principal del que vive. El movimiento perturba la reflexión, la acción para que sea efectiva debe ser interior.
La obra de Francisco Ceballos representa el hecho y el acto del artista frente a su obra. El pintor es el mártir al que se refiere de forma reiterada en su obra, es el que ha visto y da testimonio de su descubrimiento. Es que en revela las realidades no visibles para los demás.
La inmovilidad es la acción del mártir," el que ha visto". Él es quien ha descubierto y da testimonio de sus experiencias. Ese descubrimiento- declaración lleva aparejado un alto grado de dolor y de placer.
Permanecer como el mártir, inmóvil, impasible frente a los azotes externos, es la rebelión máxima. El bálsamo más querido, la victoria más fecunda es la soledad.
El mártir- artista interioriza sus experiencias, madura sus percepciones para llegar a un grado superior de conocimiento. Con su ejemplo, abandonándose el mundo de forma voluntaria, explica a los demás sus pensamientos. Sebastián murió asaeteado. Los dardos son el movimiento, las influencias externas que exigen definir y reflexionar. Si la búsqueda es fructuosa, si se interpretan exactamente y de forma reflexiva, las saetas resultarán neutralizados. La flecha es el movimiento, el símbolo del acto creador. Representa la Kinesis, todas las formas de expresar la actitud cenestésica del artista durante el acto creativo, que son el recuerdo de vivencias asociadas a ciertas actitudes y posturas. La flecha se hunde en su carne como las ideas que mortifican al pensador. La búsqueda es siempre dolorosa y nunca finaliza. Quién ha visto y ha encontrado puede detenerse y descansar porque ha terminado. Pero algo tan elemental es a la vez una estructura muy compleja; la fecha es el símbolo del martirio y el martirio es el concepto del papel del artista ante el mundo: el que ha visto y da testimonio de su hallazgo. Para alcanzar el conocimiento, la búsqueda en el mar de la confusión es obligada pero el movimiento perturba la reflexión, por eso para que la acción sea efectiva esta debe ser interior. La inmovilidad es la acción del mártir, " el que ha visto", quién quien descubre y da testimonio de sus experiencias. Permanecer como el mártir, inmóvil e impasible frente a los azotes externos, es la rebelión máxima. Sebastián murió asaeteado. Los dardos son el movimiento, las influencias externas que exigen definir y reflexionar. Si la búsqueda es fructuosa, si se interpretan exactamente y de forma reflexiva, las saetas resultan neutralizadas.
En anteriores series del artista el referente es la ola, también una simplificación de la forma través de la línea, en este caso sinuosa y en apariencia desorganizada. La ola es elemento de la naturaleza etéreo por excelencia; la ola no es agua, es la onda que mueve a esa agua. Es la nada más absoluta, es una nada absolutamente perceptible.